martes, 22 de septiembre de 2009

El “Essai sur le don*” como contribución a la teoría socialista

*Ensayo sobre el don, o dádiva. Escrito por Marcel Mauss y publicado en 1924, trata sobre las economías basadas en el regalo de los pueblos originarios.

La mayoría de los ensayos de Mauss eran trabajos en curso, informes preliminares sobre proyectos continuos de investigación. Pasó la última mitad de su vida rodeado por proyectos incompletos: una tesis sobre la naturaleza del rezo, un libro acerca de los orígenes del dinero, aún otro sobre socialismo y nacionalismo… Cuando verdaderamente emitía un informe sobre su progreso, normalmente era porque se le pedía, o él sentía que existía alguna razón contundente para ello. En el caso del “Essai sur le don”, claro está que la razón era finalmente política.

Pocos antropólogos hoy día parecen conscientes del hecho de que Mauss haya sido, durante toda su vida, un socialista comprometido. En sus años como estudiante fue un socio cercano de Jean Jaurès, líder de la SFIO (o “Sección Francesa de la Internacional de Obreros”), hoy en día famoso por su defensa de Dreyfus y campañas infatigables contra la guerra –por las cuales este fue finalmente asesinado por un fanático de la derecha en 1914. Mauss consideraba a Jaurès un mentor a la par de su tío, Durkheim (reconocido como el fundador de la Sociología), aunque fuera en varios aspectos más radical. Después de la guerra, Mauss continuó trabajando dentro del partido, en servicio de la mesa editorial de periódicos socialistas, y escribiendo para la prensa de izquierda. Sobre todo, estuvo activo en el movimiento cooperativo francés: él y un amigo fundaron y gestionaron una cooperativa de consumidores en Paris, ocupó varios cargos en la organización nacional, haciendo viajes periódicos a otras partes de Europa; volviendo para publicar informes sobre el movimiento cooperativo en Alemania, en Inglaterra, en Hungría, en Rusia entre otros (Fournier 1994).

Los comienzos de la década de 1920, y en particular el período alrededor de 1923 y 1924, cuando Mauss estuvo en realidad escribiendo “El regalo”, también fue uno de sus más intensos períodos de compromiso político. Estos también fueron los años inmediatamente después de la revolución rusa, que causó la división de la SFIO en una rama comunista y otra socialista. Mauss mismo siempre había favorecido una visión del socialismo creada desde las bases, mediante la cooperativización y acción obrera que visaran finalmente a la abolición del sistema de jornal. Mantenía que tanto los comunistas como los socialdemócratas eran igual de culpables en ‘fetichizar la política’ y el papel del estado. Más bien veía el papel del estado como limitado en gran parte a garantizar un marco legal dentro del cual los trabajadores pudieran tomar control de sus industrias con mayor facilidad y, en un sentido más amplio tal vez, hacer que la ley entrara en acuerdo con la moral popular. Los acontecimientos en Rusia lo dejaron profundamente ambivalente. Fue, desde el comienzo, un partidario entusiásta de la revolución, pero altamente sospechoso de los Bolcheviques. Mauss sentía que el proyecto de imponer el socialismo a la fuerza era un oxímoron; le repulsaba la noción de la línea del partido, y mientras tomaba en cuenta debidamente la situación difícil de tiempos de guerra dentro de la cual el régimen soviético estaba forzado de operar, condenaba su uso del terror, su desprecio de instituciones democráticas y sobre todo del estado de derecho. Si existe un tema común a sus objeciones, se trata de su repugnancia ante el utilitarismo de sangre fría de los Bolcheviques (“su noción cínica de que los medios justifican los fines,” escribiría luego, “les hacía parecer mediocres incluso entro los políticos.”)

Es importante resaltar, sin embargo, que sus denuncias siempre se contraponían a un sentimiento irrompible de lealtad y parentesco y, más que nada, a un sentido de que la revolución representaba un magnífico experimento:

Desde Marx los socialistas se han cautelosamente abstenido de construir utopías y dibujar los planes para sociedades futuras. Al contrario, apenas abogando por la tesis apocalíptica general de ‘tomar la administración de las cosas,’ han dejado impreciso, porque imprevisible, los procedimientos colectivos de esta administración. ¿Cómo suprimiría esta revolución ‘la administración de los hombres por los hombres’? ¿Que surgiría de toda esta efervescencia moral, este caos político y económico?

Tan irreligioso que sea mi socialismo, pese al poco respeto que inspiraran en mí los primeros actos de los Bolcheviques –la disolución de la Asamblea Constituyente, el tratado de Brest-Litovsk–no podía disociarme de ellos. Moscú nos parecía a muchos de nosotros lo que permanece para muchas personas iluminadas, incluso aquí, una especie de santuario donde se incuba el propio destino de nuestras ideas. (Mauss 1925ª [1992:173])

Muchos de los trabajos publicados de Mauss en los años que anticiparon “El Regalo” concernían la importancia de la Nueva Política Económica de Lenin, anunciada en 1921, que abandonó tentativas previas de colectivización forzada, legalizó el comercio, y abrió el país a la inversión extranjera. Mientras que Mauss sólo podía celebrar el hecho de que el estado soviético ya no emplease el terror para suprimir a las cooperativas independientes, se opuso a la apertura de los recursos del país al capital extranjero –la “venta de Rusia”, como la denominó en La Vie Socialiste– que veía como lo que probablemente anunciaba el comienzo del final para la revolución. Ya en 1921, estaba prediciendo su colapso inminente; en otros momentos se permitía un optimismo cauteloso, hasta sugiriendo que el régimen soviético estaría finalmente evolucionando hacia un socialismo más verdadero. Pero, claramente, todo este tema no sólo preocupaba su mente, sino que lo atormentaba y lo dejaba profundamente descorazonado.

No fue casualidad entonces que las dos más importantes obras publicadas de Mauss de esa década fueran, por una parte, su Evaluación Sociológica del Bolchevismo, y por otra, “El Regalo”, ambas publicadas en el mismo año de 1925. Fueron claramente pensadas como dos piernas del mismo proyecto intelectual. Con el primer gran intento de crear una alternativa al capitalismo fracasando, Mauss parece haber finalmente decidido hacer valer –aunque crudos y poco desarrollados, como él bien sabía– los resultados de la etnografía comparativa, de modo a esbozar al menos esquemáticamente a qué se podría parecer una alternativa más viable . Le concernía sobre todo el significado histórico del mercado. Una cosa que el experimento ruso había comprobado era que no iba a ser posible simplemente eliminar la compra y la venta por decreto. Lenin lo había intentado. Y, aunque Rusia fuera la sociedad menos monetarizada de Europa, había fracasado. En un futuro inmediato, Mauss concluyó, tendríamos que cargar con un mercado de alguna especie u otra (1925ª [1992:188-90]). Sin embargo, tenía que existir una diferencia entre “el mercado” como una mera técnica para la asignación de ciertos tipos de bienes económicos (por ejemplo, entre cooperativas democráticamente organizadas y organizaciones profesionales), y “el mercado” como había llegado a existir en el mundo occidental industrializado, como el principio básico de la vida social, el determinante máximo del valor. Lo que Mauss se propuso hacer entonces, fue de llegar al grano de precisamente qué era lo del mercado que hiciera tanta violencia al sentido de justicia y humanidad de la gente común. Comprender el atractivo popular de partidos socialistas y programas de bienestar social, y a través de un examen del récord etnográfico, imaginar a qué se podría parecer una sociedad con dichos criterios populares de justicia: una en el que el mercado estaría relegado a su función correcta, como una técnica para la toma de decisiones descentralizada, una especie de aparato de sondeo o censo popular sobre el atractivo relativo de diferentes tipos de bienes de consumo, y donde una serie de instituciones totalmente diferente presiden sobre áreas de valor social realmente significativas –por ejemplo, esas centradas en “la alegría de dar en público, el deleite en el gasto artístico generoso, el placer de la hospitalidad en la fiesta pública o privada” (1925 [1965:67]).

Lo que Mauss estaba haciendo, de hecho, era tratando de entender el atractivo de ideas Marxistas con la mínima referencia a las obras de Marx. He aquí otra cosa poco tomada en cuenta. La obra de Marx no era, en realidad, tan bien conocida en la Francia de comienzos del siglo XX. La mayor parte de ésta no había sido traducida; no existían teoristas marxistas franceses durante este período; incluso en el caso de los militantes socialistas, era probable que estos estuvieran más familiarizados con las ideas de Saint Simon, Fourier, Proudhon, o hasta Robert Owen (Mauss 1920, 1924). Cuando se invocaba la “teoría marxista”, normalmente la suposición era que consistía de alguna especie de determinismo mecánico simplista. Mauss estaba mejor enterado; estaba al tanto de la sutileza de El Capital; pero tal vez no estaba consciente de que estaba tratando muchas de las mismas preguntas que Marx trató en sus escritos iniciales. Mientras un alemán, un húngaro o un ruso de ese período hubiese tal vez acusado a los bolcheviques de traicionar su propia máxima inspiración, Mauss en cambio se aproximaba a una tradición intelectual muy diferente.

El eje crítico del ensayo de Mauss es algo opacado por el hecho de que su autor haya dedicado tanto de éste a la discusión de las formas más competitivas y más aristocráticas de intercambio de dones. Aquí Jonathan Parry (1986) y Maurice Godelier (1996) han prestado un servicio útil al recordarnos del esquema general de Mauss. Éste comenzó con lo que llamó la “prestación total”. Dos grupos que de otro modo se caerían a golpes acaban más bien creando una relación de completa interdependencia mutua, por medio de ofrecerse todo una a otra: como ejemplo, Mauss señala las relaciones entre moieties en muchas sociedades australianas e americanas, que pueden verse como contratos totales en los cuales ambas lados de la aldea están atadas a depender una de otra para la comida, servicios militares y rituales, parejas sexuales, “bailes, festivales y ferias,” gestos de respeto y reconocimiento, y prácticamente todo lo demás (1925 [1965:3-4]).
Todo esto es algo impreciso. Afortunadamente, Mauss sí amplió más tarde su noción de “prestación total,” en una luz mucho menos especulativa, y más empírica. En conferencias que dio en el Institut d’Ethnologie de la Universidad de París, entre 1935 y 1938, habla de “prestaciones totales” (o “reciprocidad total”) como derechos de orden abierto que en la mayoría de sociedades existen más que todo entre familias particulares e individuos particulares:

Al principio existió un sistema que llamaré el sistema de prestaciones totales. Cuando un Kurnai australiano se encuentra en el mismo campo que los padres de su esposa, éste no tiene el derecho de comer ningún pedazo de caza que traiga con él; sus suegros toman todo, su derecho es absoluto. La reciprocidad es total, es lo que llamamos “comunismo,” pero es practicado entre individuos. En su origen, commercium va de par con connubium, el matrimonio sigue el comercio y el comercio sigue el matrimonio. El presente obligatorio, el regalo ficticio, a lo que se refiere como ‘robo legal’, es en realidad una especie de comunismo con una base individual, social y familial. El error fundamental consiste en oponer comunismo a individualismo. (Mauss 1947: 104-105)

Lo que le llamó la atención a Mauss aquí es la naturaleza de orden abierto de las obligaciones que tan a menudo acompañaban el matrimonio. Un melanesio que necesitara una canoa podría hacer llamado al esposo de su hermana y su gente: ya que éste les había dado una esposa, ellos le debían en efecto todo y tenían que proveerlo no de acuerdo a ningún principio de repago, pero simplemente en relación a sus necesidades. De ahí, su uso del término “comunismo.” Mauss sostenía que era un error clave suponer que el “comunismo primitivo” –o del tipo que fuera– representaba un asunto de propiedad colectiva. Primero, porque posesiones personales de algún tipo siempre han existido; Mauss pensaba que los revolucionarios de tiempos modernos estaban siendo absurdos cuando imaginaban que podrían abolirlas (e.g., 1920:264; 1942ª:637). Segundo, incluso cuando la propiedad es poseída por un grupo, rara vez es administrada democráticamente: la diferencia entre propietario privado y jefe-gestor es frecuentemente poco más que una formalidad legal. Uno tiene entonces que enfocarse no en títulos, pero en los principios de acceso y distribución. Cuando alguien tiene el derecho de tomar lo que piensa que necesita sin ningún pago directo o reciprocación, se trata entonces de comunismo. Pero esto significa que es perfectamente posible tener un sistema de comunismo individualista: en el cual individuos específicos están atados unos a otros por dichas obligaciones de orden abierta, que sean (como en el caso de las relaciones entre afines) inclinadas hacia un solo lado, o (como en la actualidad, remarcaba, entre esposo y esposa) donde ambas partes tienen igualdad de derecho de hacer llamado una a otra. Estas entonces podrían tejerse a través de la sociedad, creando una “colección de posiciones individuales que constituyen un sistema de reciprocidades totales.” El resultado “correspondería exactamente con lo que llamamos comunismo, pero sería una cosa estrictamente individual” (1947:105, cf. Godelier 1999:36-49).

Pero para volver al “Regalo.” A lo largo del tiempo, Mauss sostiene, la reciprocidad también puede armarse de un molde competitivo, cuando individuos que buscan afirmarse –primero actuando como representantes de clanes u otros grupos sociales, luego en su propia capacidad (Parry 1986)– terminan rivalizando para ver quién puede dar más que el otro. Tales sistemas de “intercambio agonístico” Mauss propuso denominar “el potlach”, de acuerdo con los intercambios competitivos especialmente dramáticos que habían sido recientemente documentados en la costa del noroeste de Norteamérica. Normalmente, dicha competencia tomaba formas modestas, pero en raros casos tendía, de modo similar a los juegos competitivos del capitalismo, a absorber todo lo demás en un esfuerzo desesperado por superar a sus rivales: aunque se base en premisos opuestos ya que, por supuesto, la finalidad aquí no es de acumular posesiones pero más bien expresar el desprecio total que se siente por las posesiones materiales por medio de regalar lo más que se puede.

O sea, lo que Chris Gregory (1982) describió en su famoso re-análisis no es una economía del regalo per se, pero lo que Mauss llamaría un sistema de potlach, que es una variación agonística particular –incluso, de cierto modo, una variación algo patológica. El regalo como concurso continuó a dominar en sociedades aristocráticas como los antiguos celtas o alemanes, o en la India védica. Pero gradualmente, desigualmente, el auge del dinero y del intercambio de mercado (que involucraba la venta definitiva y, por lo tanto, la alienación de bienes que ya no se veían como asociados con quien daba) permitió que fuera eclipsado por un espíritu de acumulación por su fin propio. La mayoría de las sociedades del mundo antiguo perduraban en algún lugar intermedio; era posible acumular fortunas, pero a los ricos se les consideraba, como Mauss lo dice, “los tesoreros de sus comunidades,” con la expectativa –o, en el sistema litúrgico griego, con la obligación– de que desembolsaran de nuevo su riqueza en proyectos cívicos.

La pregunta obvia: ¿Cómo llegamos de allá hasta acá? ¿Cuáles son los orígenes de esta concepción del “interés propio” para comenzar, y cómo llegó a borrar casi todo lo demás? Alain Caillé (1994:10-12), uno de los fundadores de un grupo interdisciplinario que se denomina Mouvement Anti-Utilitariste dans les Sciences Sociales (Movimiento Anti-Utilitarista en las Ciencias Sociales), o MAUSS, nos señala el papel del Cristianismo. Los aristócratas y grandes personajes romanos aún mantenían mucho del espíritu de la generosidad magnífica: dedicando edificios público y jardines, rivalizando para organizar los más espectaculares juegos públicos. Pero gran parte de esa bondad romana era evidentemente destinada a herir: un hábito aristocrático favorito era de regarle oro y joyas a la muchedumbre para poder regocijarse del alboroto animalístico que resultaba. Debidamente, las teorías cristianas iníciales acerca del don se desenvolvieron en reacción a tan odiosas prácticas. La caridad verdadera, en la doctrina cristiana, no podría basarse en ningún deseo de establecer superioridad, o ganar el favor de nadie, o incluso, originarse en cualquier motivo egoísta que fuera. En la medida de que se pudiera decir que el donador haya obtenido algo del trato, no era un verdadero regalo. Pero esto, a su vez, conllevó a interminables problemas, ya que era muy difícil concebir de un regalo que no beneficiara al donador de alguna manera. En lo más básico, hacer una buena acción pondría a uno en una mejor posición ante los ojos de Dios, ayudando así nuestras posibilidades de salvación eterna. Al final, algunos acababan proponiendo que la única persona que pudiera hacer un acto verdaderamente benévolo era alguien convencido de que ya estaba condenado al infierno. Desde ahí, es poco más de un paso hacia la actitud cínica (discutida en capítulos anteriores de este libro) donde se supone que cualquier aparente acto de generosidad siempre taparía alguna forma de egoísmo oculto, y donde el tomar placer de haber hecho bien es visto como algo que lo contrarresta de algún modo –en realidad dos versiones de la misma idea.

Entonces, el ideal moderno del regalo se convierte en un espejismo imposible del comportamiento del mercado: un acto de generosidad pura, libre de cualquier intención de ganancia personal. Pero, como insisten interminablemente los miembros del grupo MAUSS, esto no quiere decir que la gente ya no da regalos: incluso en sociedades capitalistas modernas hay cosas que se transfieren de un dueño a otro sin ninguna recompensa inmediata, ni compromiso explícito acerca de que ocurra en el futuro. Ni siquiera significa que los regalos ya no sean importantes. De hecho, sostienen, la sociedad moderna no podría funcionar en su ausencia. El regalo se ha convertido en la “cara oculta de la modernidad” (Nicolas 1991): “oculta” porque uno siempre puede avanzar alguna razón para decir que cualquier regalo en particular (dinero que se le da a niños, regalos de matrimonio, donaciones de sangre, una cena para socios de negocio, ofreciendo consejos a amigos o pasando horas escuchando sus tediosos problemas) no son para nada regalos en realidad. También es así en la teoría social. El resultado, como plantea Godbout, es una ciencia donde “se ha llegado a hablar de los lazos sociales sin usar las palabras que se les asocia en lo cotidiano: rendición, perdón, renunciación, amor, respeto, dignidad, redención, salvación, recuperación, compasión, todo lo que se encuentra al centro de las relaciones entre personas y que es nutrido por el regalo” (1998:220-21).

En el mundo anglófono, el grupo MAUSS ha sido casi completamente ignorado. Aquellos que se ven como involucrados en la teoría crítica de vanguardia, han en cambio llegado a leer a Mauss a través de Jacques Derrida (1991; cf. Gasché 1972, Schrift 1997), quien en Donner le Temps examinó el concepto del regalo de Mauss sólo para descubrir – ¡qué sorpresa! – que los regalos, siendo actos de generosidad desinteresada pura, son lógicamente imposibles.

Supongo que esto es lo que tendríamos que concluir, si creyéramos que existe tal cosa como el “discurso occidental,” y que éste fuera incapaz de referirse a cualquier otra cosa más allá de sí mismo. Pero incluso aquellos entre nosotros que creemos que la antropología es ciertamente posible parecemos perder de vista que Mauss no estaba esencialmente tratando con discursos, sino con principios morales –que él sentía que estaban de cierto modo encarnadas en la práctica, sino en la alta teoría, de todas las sociedades.

Es cierto que Mauss subraya que en la mayoría de las sociedades que estaba examinando, no había sentido en distinguir entre generosidad e interés propio. Somos nosotros quienes suponemos que ambos han de estar naturalmente en conflicto. (Esta fue una de las razones por la cual tendía a evitar del todo el término “regalo” cuando hablaba de otras sociedades, prefiriendo hablar de “prestaciones.”) Pero –y es aquí donde pienso que es crucial entender el contexto político– Mauss no estaba tratando de describir como la lógica del mercado, con su distinción explícita entre personas y cosas, interés y altruismo, libertad y obligación, se había convertido en el sentido común de las sociedades modernas. Más que nada, trataba de explicar hasta qué punto no lo había logrado; explicar porqué tanta gente –y en particular tantos de los miembros menos poderosos y privilegiados de la sociedad– encuentran su lógica moralmente repugnante. Porqué, por ejemplo, las instituciones que insistían en la estricta separabilidad entre productores y sus productos ofendían contra intuiciones comunes de justicia, la “fundación” moral, en sus términos, de nuestra (como de cualquier) sociedad. “Pareciera,” escribió en sus conclusiones,

que todo el campo del derecho industrial y comercial se encuentra en conflicto con la moralidad. Los prejuicios económicos de las personas y los productores derivan de su fuerte deseo de perseguir la cosa que han producido una vez que se dan cuenta de que han dado su trabajo sin compartir en los beneficios… (1925 [1965:64])

He aquí sin duda alguna un eco de Marx. Pero la teoría de la alienación de Mauss derivaba de orígenes muy distintos; no de la tradición dialéctica Hegeliana que Marx empleaba en sus escritos tempranos sobre el tema (que Mauss casi ciertamente no había leído), pero más bien de la tradición de historia legal –en la cual la propiedad es “alienada” cuando todos los derechos en ella se separan de un dueño y se confieren a otro. Para las clases obreras francesas en particular, no tan alejadas de antecedentes campesinos y artesanales, aún parecía haber algo profundamente equivocado en esto. Mauss intentaba comprender en qué consistía eso –del mismo modo que intentaba entender porqué la legislación de seguro social, “inspirada del principio de que el trabajador da su vida en parte a la comunidad y en parte a sus jefes” (1925 [1965:65]), y por lo tanto merecía más que un sueldo semanal, parecía correcto. Su respuesta, muy distinta de la de Marx, era que una relación de trabajo salariado o de jornal era una forma de contrato miserable y empobrecido. Porque, como lo hemos visto, la forma elementar de contrato social es, para Mauss, precisamente, el comunismo: o sea, un acuerdo de orden abierto donde cada parte se compromete a mantener la vida del otro. En el sistema de jornal, el trabajador sí entrega la totalidad de sí mismo, da “su vida y su trabajo,” pero el sueldo que recibe a cambio no tiene nada de tal calidad total. Si uno da su vida, su vida tiene que al menos ser garantizada.

Corrientemente se descartan las conclusiones políticas de Mauss al final de “El Regalo” como débiles, inconsistentes, sin el mismo poder y brillantez del resto del ensayo. Es cierto que a veces parezca tentativo. En parte sospecho que esto sea porque Mauss está escribiendo de política, no para su audiencia proletaria de costumbre, pero para un público educado más amplio. También sospecho que esta sea la razón por algunas de las sugerencias más idiosincráticas del ensayo: por ejemplo, el llamado que hace Mauss para que volvamos a un ethos donde la única excusa para acumular riqueza es para devolverla nuevamente, donde los ricos otra vez se consideren los “tesoreros de la comunidad” –una sugerencia que interesantemente no aparece en el resto de su obra política. Sería fácil descartarlo todo como un intento torpemente inadecuado de hacer Marx. La mayor parte de las quejas que los investigadores marxistas manifiestan en relación al ensayo son lo suficientemente valederas: Mauss ni siquiera habla de la producción en sociedades preindustriales, no posee un sentido de la reproducción de sistemas sociales como partes enteras, carece una teoría del valor. Pero también podríamos tratar la aproximación de Mauss acerca de la alienación como algo que nos brinda un correctivo útil en relación a los puntos ciegos más comunes de la antropología marxista. Al ver la alienación como algo que puede ocurrir cada vez que un objeto cambia de dueño, por ejemplo, Mauss nos recuerda que, del mismo modo que la socialización no acaba a los doce o dieciocho años, la creación de objetos no termina en la fábrica –a las cosas se les mantiene, se les altera, y sobre todo, se les vierte de nuevos significados, incluso mientras se les llega a separar repetidamente y se alienan nuevamente. De modo más audaz, Mauss parece sugerir que una cierta medida de inversión sujeto/objeto –en ciertos contextos, y a ciertos niveles– podría actuar no como una mistificación o herramienta de explotación, pero como un aspecto normal de procesos creativos, que tal vez no sea ni remotamente tan peligroso como su lado opuesto: la reducción de todas las relaciones sociales a cualquier tipo de cálculo objetivo. Esto, de todas formas, es lo que Mauss vio como la perdición de los marxistas soviéticos: su utilitarismo extremo, en el cual percibía– pienso que con buena razón –la lógica del mercado, apenas traspuesta.

En definitiva, el trabajo de Mauss complementa al de Marx porque representa el otro lado del socialismo. La obra de Marx consiste de una brillante y sostenida crítica del capitalismo; pero, como Mauss mismo observó, cuidadosamente evitó especular acerca de cómo podría ser una sociedad más justa. Los instintos de Mauss eran bastante contrarios: estaba mucho menos interesado en comprender las dinámicas del capitalismo que en buscar comprender –y crear– algo que se ubicara fuera de éste.

sábado, 5 de septiembre de 2009

CONVOCATORIA SEMINARIO DE GESTIÓN SOCIALISTA, CARACAS, SEP 19 DE 2009

Seminario

LA GESTIÓN SOCIALISTA DEL ESTADO,

 LA ECONOMIA Y LAS EMPRESAS

 

Caracas, Teatro Teresa Carreño, Sala José Félix Ribas,

Sábado 19 de Septiembre de 2009

8:30 a.m. a 5:30 p.m.

 

Seminario Preparatorio del Primer Congreso Nacional de Formación y Gestión Socialista a realizarse en Caracas, los días 14 y 15 de noviembre de 2009

 

 

Participantes

 

·      Trabajadores del Estado y las empresas existentes en la ciudad capital, en especial los organizados en consejos de trabajadores y trabajadoras, y sindicatos.

·      Voceros e integrantes de Consejos Comunales y otras organizaciones sociales.

·      Voceros e integrantes de Consejos Estudiantiles.

·      Invitados de la Alcaldía Libertador y de otros instancias de gobierno, locales, regionales y nacionales.

·      Otros invitados.

 

Objetivos

 

1.   Desarrollar la conciencia socialista, la organización y la unidad de los trabajadores y demás  integrantes del Poder Popular naciente.

2.   Socializar la propuesta de Modelo de Gestión Socialista de la Economía y las Empresas, elaborada como conclusión del Tercer Seminario Nacional realizado sobre el tema en la ciudad de Valencia, en Abril de 2008, para debatir sobre la misma y mejorarla de manera colectiva. Recoger informaciones sobre las características de los Modelos de Gestión actualmente aplicados en Venezuela.

3.   Recoger información sobre los métodos utilizados para impedir que en Venezuela se aplique un Modelo de Gestión Socialista en los diferentes ámbitos laborales y elaborar estrategias para superar estas resistencias al cambio.

4.   Socializar el proyecto de Ley Orgánica del Trabajo y los Consejos Socialistas de Trabajadoras y Trabajadores, así como su relación con el Modelo Socialista de Gestión propuesto y participar en su debate para mejorarlo.

5.   Preparar a los asistentes para organizar y realizar seminarios por empresas, fábricas e instituciones públicas, sobre el mismo tema y con los mismos propósitos, adicionando el diagnóstico sobre el modelo de gestión actualmente aplicado en las mismas y elaborar la propuesta para transformarlo en socialista. Los seminarios se realizaran también en las comunidades organizadas y en los centros estudiantiles existentes en la ciudad de Caracas, entre el 20 de Septiembre y el 20 de Octubre de 2009.

6.   Organizar la recolección y sistematización de sus resultados y propuestas para presentarlas en el Congreso Nacional los días 14 y 15 de noviembre de 2009, con el objetivo de producir una propuesta socialmente legitimada, de Modelo de Gestión Socialista, para ser presentada como proyecto de Ley de la República al pueblo de Venezuela, al Presidente Chávez y a la Asamblea Nacional.

 

 

Metodología

 

El documento central a discutir en el seminario es la propuesta de Modelo de Gestión de la Economía y las Empresas elaborado en el III Seminario de Formación y Gestión Socialista realizado en el mes de abril de 2008 en Valencia, Carabobo. Se calcula que más de 2.000 personas participaron en su proceso de elaboración en dos seminarios nacionales previos y en múltiples seminarios regionales, estadales y de empresas o instituciones públicas, realizados entre los años 2007 y 2008.

 

Este documento será difundido profusamente por Internet y en medios impresos, y deberá ser leído y estudiado por los potenciales participantes en el seminario, los cuales deberán presentar de sus observaciones para mejorarlo y enriquecerlo.

Los grupos de trabajadores que elaboren propuestas colectivas, deberán presentar un documento al respecto, en medio digital e impreso y tendrán derecho a su lectura.  Este documento debe incluir las principales características del Modelo de gestión que se aplica en su lugar de trabajo, que incluya por lo menos la respuesta a las siguientes preguntas:

 

1.   ¿Cómo y quienes toman las decisiones  fundamentales en la empresa o institución? 

2.   ¿Participan los trabajadores, las comunidades y los proveedores de materias primas en la elaboración de las políticas públicas y empresariales, de los presupuestos y planes de trabajo anual?

3.   ¿Es eficiente la empresa en el cumplimiento de su misión institucional?

4.   ¿Se tiene una relación armónica con la naturaleza?

5.   ¿Se avanza en su empresa hacia la superación de la división social y de la estructura jerárquica del trabajo?

6.   ¿Existe o no en la empresa, una relación armónica entre el trabajo y el estudio?

7.   ¿Se producen excedentes o no, y porqué?

8.   Si existen, ¿Cómo se distribuyen los excedentes?

 

Presentar ideas y propuestas sobre cómo superar las deficiencias y las resistencias  al cambio, para avanzar en la construcción y aplicación de un Modelo de Gestión Socialista en la empresa o institución.

 

Presentar las opiniones, críticas constructivas y propuestas para mejorar la Propuesta de Modelo de Gestión de la Economía y las Empresas en el Congreso Nacional de Noviembre.

 

Quienes no lleven documento escrito, podrán presentar sus observaciones y propuestas en las Mesas de Trabajo y también podrán participar en la sesión plenaria final.

 

Agenda Propuesta

 

1.   Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.

2.   Instalación del Seminario por parte de los delegados del Comité Nacional Preparatorio del Congreso Nacional.

 

3.   Discusión y aprobación de la Agenda y reglamentación del seminario: Determinación de las Mesas de Trabajo,  reglamento de debates y procedimientos para decisiones. Nombramiento de coordinadores y relatores.

4.   Presentación didáctica del Modelo de Gestión de la Economía y las Empresas.

5.   Presentación del proyecto de Ley Orgánica del trabajo y los Consejos Socialistas de Trabajadoras y Trabajadores.

6.   Presentación de Informes Escritos.

7.   Trabajo en Mesas Temáticas.

8.   Sesión Plenaria Final

9.   Presentación de Informes de las Mesas Temáticas. Debate y conclusiones finales.

10.                 Acto cultural

 

 

Inscripciones

 

Como la sala José Félix Ribas tiene una capacidad limitada de 250 personas, y con el propósito de preparar adecuadamente los materiales de trabajo y refrigerios para todos, debe realizarse una inscripción por Internet, individual o colectiva, enviando antes del 15 de Septiembre de 2009, una nota de inscripción con: nombres y apellidos, empresa o institución, teléfonos y correo electrónico, al correo electrónico siguiente:  rafaenciso2055@yahoo.es

 

 

Comisión Preparatoria del Seminario de Caracas

 

Rafael  Enciso Patiño, email: rafaenciso2055@yahoo.es

Wilmer Chavarro, e mail: wchavarro@gmail.com

EL TRABAJO, LA VIVIENDA, LA ALIMENTACION Y LA SALUD EN LA CONSTRUCCION DEL SOCIALISMO EN VENEZUELA.

Rafael Enciso Patiño

[artículo aparecido en revista Construcción Socialista Nº 32, Septiembre 2 de 2009]

 

Sugerencias para un plan de generación de trabajo productivo e ingresos con relaciones socialistas  de producción  en Empresas de Producción Social (del Estado y comunitarias), articuladas en cadenas y redes productivas,  vinculadas a la seguridad alimentaria y a la construcción y mejoramiento de viviendas populares.

 

1.    La principal guía para elaborar los lineamientos de planes orientados a  generar fuentes de trabajo e ingresos para la población de Venezuela, a escala local, y regional, es el PROYECTO NACIONAL SIMON BOLIVAR 2007-2013.

 

2.    Este plan establece el propósito de construir un nuevo modelo productivo en el que se permiten diversas formas de propiedad y relaciones sociales, pero prioriza la necesidad de crear trabajo con significado, no alienado y con orientación socialista.

 

3.    Se trata de que los gobiernos locales y estadales contribuyan a la generación de fuentes de trabajo e ingresos con RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCION NO CAPITALISTAS,  y que en ningún caso sean funcionales a la reproducción metabólica del capital. Es decir, que no contribuyan a la perpetuación, si no a la superación, de:

 

a) La división social y la estructura jerárquica del trabajo en especial la que existe entre el trabajo intelectual y material, en donde unos piensan y planifican, y otros cumplen sus ordenes de manera operativa.

 

b) La alienación en cualquiera de sus formas y manifestaciones y

 

c) La propiedad privada sobre los medios de producción fundamentales.

 

4.    Es importante conocer los planes del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, y de CORPIVENSA, que adelantan el Plan de las 200 Fábricas Socialistas, así como el programa Fábrica Adentro que permitió la recuperación con recursos del Estado, de más de 1.000 fábricas capitalistas que se encontraban quebradas y paralizadas y que por esta razón deben cumplir una función social; así como el conjunto de fábricas nacionalizadas de las industrias básicas como son SIDOR y las Industrias del cemento: Cemex, Lafargé, Cementos Andino y Holsing, para que alcaldes y gobernadores que pretendan realizar una gestión de gobierno socialista, contribuyan en sus ámbitos de acción, -junto a los ministerios relacionados con actividades productivas y desarrollo comunitario-, a la construcción de las cadenas y redes socioproductivas con orientación socialista. Las llamadas fábricas socialistas, o Empresas de Propiedad Social Indirecta o estatal, son sus eslabones “estructurantes”.  Es articulándose con ellas, que las Empresas de Propiedad Social Directa o de propiedad comunitaria,  creadas en los barrios populares, -en lo posible con apoyo de Ministerios, Alcaldías y Gobernaciones-, podrán jugar un papel determinante en las actividades de financiamiento, producción, transporte y distribución de bienes y servicios para satisfacer las necesidades prioritarias, materiales y culturales, de bienes, servicios y conocimientos de la población.

 

5.    Estos ministerios y misiones sociales son entre otros: Los ministerios para Las Comunas, Industrias Básicas y Minería; Agricultura y Tierras;  Infraestructura, Hábitat y Vivienda, Mujer e igualdad de Genero, PDVSA y las Misiones Sociales; en particular, Ché Guevara Misión Socialista, Ribas, Robinson y Sucre, Madres del Barrio, Negra Hipólita, José Gregorio Hernández.

 

6.    En el aspecto productivo, la labor de las Ministerios, Gobernaciones y Alcaldías debe ser en parte importante, la de elaborar con participación de las comunidades y en especial de los Consejos Comunales, proyectos  integrales de tipo sistémico que puedan ser aplicados con ciertas variaciones en cualquier comunidad.

 

7.    También, apoyar la organización de la población económicamente activa en Empresas de Propiedad Social (EPS) de las comunidades, así como capacitar técnicamente y formar ideológica y políticamente a sus integrantes, para que puedan realizar una gestión de tipo socialista, que haga posible producir con eficiencia y armonía con la naturaleza; y establecer relaciones socialistas de producción en cada una de las unidades económicas y en las cadenas y redes socio productivas. Esto debe hacerse de manera planificada, conjuntamente con los Consejos Comunales. Por tanto, el  Ministerio del Poder Popular para las Comunas, que tiene la responsabilidad del trabajo comunitario debe apoyar estos procesos de manera sistemática y persistente.

 

8.    Para capacitar a los trabajadores en aspectos técnico-productivos, las misiones sociales deben desempeñar un papel de primera importancia, en especial la Misión Che Guevara y el INCES.

 

9.    Las Gobernaciones y Alcaldías deben participar activamente en el diseño y aplicación  de un Modelo de Gestión que refleje y convierta en realidad en sus respectivas regiones y localidades, los objetivos del Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013.

 

10. En algunos casos las Alcaldías podrían asumir directamente y en forma temporal, -a través de un Departamento  para la Generación de Fuentes de Trabajo Socialista-, algunas funciones que corresponderían a otros ministerios o instituciones. Esto  con el fin de asegurar que algunas empresas y cadenas productivas de importancia estratégica se construyan con fines  demostrativos, y que en ellas se  desarrollen relaciones sociales de producción con orientación socialista.

 

11. Hay sectores económicos que por satisfacer necesidades prioritarias y vitales para el pueblo venezolano, son considerados de importancia estratégica para el gobierno nacional, y por tanto,  también deberían  serlo para las Gobernaciones y Alcaldías. Esos son: la construcción de viviendas y la alimentación. Esta es a su vez,  base fundamental de una buena salud para la población. Sugerimos a gobiernos regionales y locales, realizar un gran esfuerzo en estas dos actividades principales, pues su dimensión es universal y determinante en la calidad de vida y felicidad del pueblo. Precisamente por esto, estas  cadenas productivas estarían en condición de incorporar al trabajo activo a millones de trabajadores con los más diversos niveles de capacitación.

 

12. Por esto, las Gobernaciones y Alcaldías del país, deberían proponer a los ministerios antes mencionados, el diseño conjunto de cadenas productivas con orientación socialista en las que puedan integrarse: Fabricas Socialistas (Plan 200 Fábricas Socialistas de CORPIVENSA)- empresas recuperadas (Fabrica Adentro), empresas de cogestión, Empresas de Propiedad Social (EPS comunitarias), cooperativas, pequeñas y medianas empresas privadas. También otras que puedan surgir en el desarrollo del proceso revolucionario.

 

13.  Las cadenas productivas con orientación socialista que se pretenda construir, deben partir del conocimiento de las potencialidades productivas de la región o localidad.  La elaboración del modelo de gestión de las cadenas productivas debe hacerse con participación de los órganos del Poder popular: Consejos Comunales, Comunas, Consejos de Trabajadores, Consejos de Productores de Materias Primas y gobierno local, regional y/o nacional, según el caso. La gestión, debe orientarse por supuesto, a generar relaciones socialistas de producción.

 

14. Las Empresas de Propiedad Social Directa (de las comunidades organizadas en Consejos Comunales y comunas), son esenciales para que los recursos destinados por el gobierno nacional a los proyectos de los Consejos Comunales, contribuyan a la construcción de una economía y cultura socialista con plena participación y control del Poder Popular. Estas  se podrán  constituir como una extensión de los Consejos Comunales y bajo su control. Sus propietarios serán todos los miembros de la comunidad y estarán organizadas funcionalmente por secciones. Su contabilidad tendrá  centros de costos. Sus trabajadores serán en lo posible,  integrantes de la comunidad y estarán controladas directamente por el Consejo Comunal y/o por las Comunas Socialistas.

 

15. Para recibir los recursos del Estado otorgados para la ejecución de los Proyectos Comunitarios, las Empresas de Propiedad Social Directa, aprobadas mediante Asamblea de la Comunidad, deberán contar con un equipo administrativo permanente, seleccionado por el mismo Consejo Comunal, capaz de planear, organizar y dirigir    adecuadamente la ejecución de los proyectos. Es necesario decir, que sus integrantes deberán participar algunos días de la semana en las actividades o trabajos materiales que realiza la empresa. Todos podrán ser sustituidos por mandato de los órganos del Consejo o de la Asamblea General del Consejo Comunal; o rotados como trabajadores de los programas productivos directos o de servicios, de acuerdo a reglamentación aprobada también por Asamblea General.

 

16. El objetivo de estas EPS, será  satisfacer con eficiencia y calidad, las necesidades de la comunidad;  y no, obtener ganancias ni acumular capital. Por ello, la Asamblea de la Comunidad decidirá sobre el destino de cualquier remanente que pueda quedar de la ejecución de los proyectos, o sobre cualquier excedente que pueda generarse en el caso de actividades productivas o de servicios.

 

17. Gran parte de los proyectos comunitarios serán obras y construcciones como escuelas, vías, escaleras, parques, canchas y establecimientos deportivos, casas comunitarias, ambulatorios y centros de salud. También, muchos proyectos deberían ser para la construcción y mejoramiento de viviendas, cuyo déficit es uno de los principales problemas que aqueja a la población.

 

18. Para evitar que estos recursos fortalezcan el ciclo de reproducción del capitalismo y su expansión, y por el contrario, estimulen la construcción del socialismo, es fundamental crear Depósitos Comunitarios de Materiales de Construcción y Ferretería, ubicados estratégicamente  para satisfacer los requerimientos de las comunidades. Estos serán  controlados por los Consejos Comunales.  Se pueden establecer  de manera conjunta con los Ministerios del Poder Popular para el Trabajo, el Comercio, Industria Básica y Minería, y Ciencia Tecnología e Industrias Intermedias, con participación de los Consejos Comunales y Comunas Socialistas..

 

19. Estos depósitos serán surtidos en lo posible, por Empresas Industriales del Estado, (Que deberían estar en proceso de transformarse en empresas socialistas). Para ello, se requiere que alcaldías y gobernaciones hagan convenios con los Ministerios pertinentes.

 

20. En su defecto, si no existe producción por parte del Estado en estos rubros, este comprará al por mayor de manera centralizada a empresas capitalistas venezolanas. La firma de contratos de suministro entre Estado y capitalistas, en donde se determine: productos, cantidades, calidades y precios, por supuesto con descuentos importantes que favorezcan a las comunidades, permitirá apoyar el desarrollo planificado de la industria nacional.

 

21. Si algunas empresas  aún no existen en el país y mientras se establecen, los depósitos serán surtidos con materiales, herramientas e implementos de construcción importados directamente por el Estado. Esto es, sin ningún tipo de intermediarios que encarecen los productos; preferencialmente las importaciones deberán hacerse de países aliados, que nos transfieran tecnologías para el desarrollo industrial como China e Irán. También de los países integrantes del ALBA y MERCOSUR.

 

22. Las Empresas de Propiedad Social Comunitarias deberán tener una sección integrada al Sistema Agroalimentario Socialista en proceso de construcción que puede ocuparse de la gestión de: El Mercado Comunitario de Frutas y Hortalizas y el Mercal comunitario; las casas de alimentación, el procesamiento de algunos alimentos para las mismas y para surtir el mercal comunitario. Porque, teniendo los debidos cuidados ambientales, se puede construir agroindustrias en los barrios para el procesamiento de lácteos, cárnicos y vegetales, generando al mismo tiempo: trabajo socialista e ingresos para la población, y alimentos para su soberanía y seguridad alimentaria.

 

23. Las gobernaciones y alcaldías revolucionarias construirán conjuntamente con participación de los Consejos Comunales y Empresas de Propiedad Social Comunitarias  LA RED DE RESTAURANTES SOCIALISTAS en sus ámbitos territoriales, para contribuir a que la población pueda alimentarse de manera sana y balanceada a precios justos; y para ayudar a combatir la especulación que ocurre con los alimentos en los restaurantes capitalistas.

 

24. Durante ciertas horas del día, en las cuales no se distribuyen alimentos preparados, (10:00 a 12:00 a.m. y 3:00 a 6:00 p.m.), estos restaurantes se transformarán en Centros de Formación y Difusión de la cultura socialista, así como en centros de construcción del Poder Popular en todas sus manifestaciones.